
10,00€
Muy pocos autores han logrado establecer un retrato tan perspicaz y pertinente de la conducta humana como Marivaux. Plasmó la realidad de los sentimientos, pulsiones e intereses humanos con una objetividad que no siempre hablaba a favor de su sexo. Y por ello, no es extraño encontrarnos ante una suerte de manifiesto feminista en la lectura de sus obras.
A través de sus comedias, Marivaux afirma que todo ser humano debería, por naturaleza, tener idénticas posibilidades puesto que, en principio, está dotado de las mismas aptitudes. Y defiende la legitimidad de ambos sexos para amar y ser amados a su conveniencia.
Las dos comedias contenidas en este volumen confluyen en el reproche del trato desigual que los usos sociales establecen para las mujeres y los hombres.
La ADE dedica un nuevo volumen a la obra dramática del autor clásico francés Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux (1688-1763). En esta ocasión Claudia Pena asume la edición y la traducción de dos textos teatrales de Marivaux: La alcahueta (La Commère) (1741) y Los actores de buena fe (Les acteurs de bonne foi) (1748), que fundamentan su trama sobre la ruptura de las convenciones sociales, en particular las que afectan a las mujeres y a sus posibilidades y conveniencias para el matrimonio.
La traductora Claudia Pena afronta de nuevo una traducción de Marivaux, ya que en 2016 también lo hizo con sus últimos textos teatrales, Felicia (1757) y La esposa fiel (1755), publicados también en la ADE (Serie Literatura Dramática, nº 97). La oralidad que refleja Marivaux de las diferentes clases sociales es una dificultad añadida para la correcta transmisión de las expresiones de los protagonistas, y la traducción clarifica de forma amena para el público actual las formas del diálogo cortés del siglo XVIII. Sobre todo en Los actores de buena fe donde las dobles parejas sentimentales incluyen a nobles cultos y criados analfabetos, y mantener la agilidad de los diálogos e intensificar los efectos cómicos es realmente complejo en una traducción.
Es destacable que la elección de La alcahueta (La commère) por Claudia Pena sea el último texto descubierto de Marivaux. Desde que fue puesto a disposición del público, por Sylvie Chevalley, archivista-bibliotecaria de la Comédie Française a principios de la década de los sesenta del siglo pasado, sigue ocupando la cartelera francesa gracias a su comicidad con puestas en escena que resaltan la contemporaneidad del texto, quizá el único de Marivaux que no terminará con el matrimonio deseado y frustrará el ascenso social del “Señor del Valle”. El estudio de esta comedia nos remitirá sin duda a un episodio de la novela Le Paysan parvenu, una novela inacabada de Marivaux donde aparecen los mismos personajes.
En La alcahueta, el desarrollo de la acción siempre es propiciado por “una palabra de más” o el recuerdo de “una indiscreción” que enreda y desarrolla la trama hasta hacer peligrar el ansiado matrimonio. En la segunda, es el metateatro o confusión entre la representación teatral y la vida real lo que irá desarrollando el conflicto y la construcción de la trama en torno al futuro matrimonio, siempre en peligro.
Marivaux es un filósofo social que convierte sus obras en un elemento transgresor de estereotipos y costumbres. En el caso de La alcahueta plantea, dentro de la comedia, la dificultad y la lucha de tres mujeres de edades diferentes para encontrar marido. Donde por convencionalismos sociales la mujer pasa muy rápidamente de niña a casadera, para posteriormente ser criticada como “vieja” a partir de los treinta o cuarenta años. Mientras que el hombre deberá posicionarse frente al matrimonio en función de su clase social. El protagonista, un campesino recién convertido en el “Señor del Valle” por su pretendiente la señora Habert, tiene a su disposición tres mujeres de diferente edad y recibe ofertas de matrimonio de las tres: la Señora Alan de unos cuarenta años, su hija de veinte y la señora Habert que ronda la cincuentena. Pero Marivaux afirma que todo ser humano debería, por naturaleza, tener idénticas posibilidades, y defiende la legitimidad de ambos sexos para amar y ser amados a su conveniencia.
Los dos textos traducidos son comedias de un acto, en contraposición a las de cinco actos que representaban los Comédiens-français del Rey, otra de las compañías oficiales pero que se consideraban más “antiguos”. La alcahueta para los Comédiens-Italiens, más “Modernos” y Los actores de buena fe, algo más breve, para ser representada por los Comédiens-Italiens en la residencia de la señorita Quinault. Pero en ambas el divertimento es la clave de su escritura, que sin embargo plantea siempre un conflicto social donde Marivaux pone al descubierto la doble moral que dificulta las relaciones en libertad.
Marivaux plasma la desmesura sentimental y la obnubilación que provoca el amor. El público contemporáneo de Marivaux abandonó progresivamente la asistencia a sus representaciones mientras éste recibía el reconocimiento de la Académie Française en 1742. Los espectadores juzgaron “simple en exceso” esa forma de jugar con el lenguaje de los sentimientos y llegaron a bautizarlo “marivodaje”. Unas críticas que no hicieron mella en un autor que al final de su vida alcanzó la excelencia en su arte.
El dinamismo de las entradas y salidas, y los gags cómicos provocados por las indiscreciones de la Señora Alan hacen de La alcahueta una comedia realmente divertida que haría reír al público contemporáneo español, mientras toma conciencia de que la situación de la mujer denunciada por Marivaux tampoco ha variado tanto en líneas generales en los últimos dos siglos y medio. Los derechos de las mujeres están hoy plasmados en leyes que soñaban los revolucionarios franceses, pero la realidad social todavía está muy lejos de reflejar esa igualdad de sexos que reclamaba Marivaux en el siglo XVIII.
Salomé Aguiar
Edición y traducción de Claudia Pena
Madrid, 2019. 146 págs.
ISBN: 978-84-17189-22-8