
10,00€
¿Qué es un ser humano? ¿Cuál es la frontera entre el humano y el monstruo? Son cuestiones que subyacen en «La hora del lince». Escrita por P. O. Enquist en 1988, en plena crisis de alcoholismo, se trata de un drama conmovedor sobre la culpa, la compasión y la redención, que tiene como protagonista a un «Chico», autor de un grave crimen.
Las fuentes de la creación artística es el eje temático de «Los fabricantes de imágenes», donde se fabula el encuentro entre la premio Nobel de literatura Selma Lagerlöf con el cineasta Viktor Sjöström (director de la película «La carreta fantasma») y la actriz Tora Teje. Ingmar Bergman dirigió el estreno en 1998, y también lo filmó y adaptó para televisión.
Dos de las mejores obras teatrales de Per Olov Enquist, considerado el escritor sueco contemporáneo vivo más importante, que se presentan ahora por primera vez en español en la magnífica traducción de Elda García-Posada.
Considerado el más importante escritor sueco actual, Per Olov Enquist ha sido también un dramaturgo escasamente conocido para la lengua española. Es algo que contrasta fuertemente con la suerte de su narrativa, mucho más editada y de la que disponemos de un buen número de títulos. De su escritura teatral, solo el drama que le consagró internacionalmente, La noche de las tríbadas, escrito en 1975, y que desarrolla la tortuosa ruptura del matrimonio de August Strindberg y Siri von Essen por la relación de ésta con Marie David, ha llegado en diferentes ocasiones a los escenarios de nuestro país. Y apenas un par de obras suyas más, De la vida de las lombrices y Para Fedra, habían conocido también hasta el momento la traducción y publicación. Por ello, la aparición de este volumen, con dos títulos reputados entre los mejores de su producción dramática, constituye un acontecimiento que hay que saludar con entusiasmo.
Tanto en La hora del lince, estrenada en el Dramaten en 1988, como en Los fabricantes de imágenes, que data de diez años después, Enquist plantea preguntas de amplia trascendencia y nos asoma a los enigmas de la condición humana y la creación artística.
En el primero de estos dramas de cámara, las actitudes de una psicóloga y una pastora de la Iglesia sueca se enfrentan, en el intento de entender y ayudar a un anónimo “Chico”, autor de un terrible e inexplicable doble crimen. Encerrado en una institución psiquiátrica, el Chico ha sido sometido a un experimento terapéutico en el que le entregaron un gato para que lo cuidase. Y tras la muerte del animal, al que él mismo ha asfixiado, ha intentado suicidarse. Ahora, a lo largo de la conversación con la religiosa, el joven confiesa lo ocurrido y nos introduce en un discurso mental que aboca tanto al abismo como a la iluminación.
De esta forma, Enquist se adentra en el sentido de la existencia humana, ante el fracaso de la razón y la fe por dar una explicación a lo más insondable de la mente. Como señala Elda García-Posada en el brillante y esclarecedor prólogo de esta edición: “El Chico encarna la noción de culpa y vergüenza que se cierne como una sombra sobre toda la obra del escritor de Hjoggböle: la culpa por el alcoholismo, ciertamente, pero también por una suerte de crimen pasado e indefinido, una especie de pecado original cuyo correlato es el anhelo de perdón y misericordia”.
Quizá precisamente por ello, late en toda la obra un concepto de misterio, de milagro, de búsqueda de una salvación. Como confiesa el personaje de la Pastora, que rememora en escena el desarrollo de aquella entrevista: “Todavía no sé muy bien qué fue lo que el chico experimentó ni lo que intentó decirnos. Pero me ha ayudado a vivir estos últimos trece años. Y espero poder seguir apoyándome en ello hasta mi muerte”.
Diferente y a la vez complementaria es Los fabricantes de imágenes, obra que estrenó Ingmar Bergman y que llevó igualmente a la pantalla. En este caso, Enquist fabula sobre el encuentro de la escritora sueca Selma Lagerlöf (Premio Nobel de Literatura en 1909) con el cineasta Viktor Sjöstrom, durante el proceso de montaje de su película La carreta fantasma, basada en el relato de ella. En la cita están también presentes el director de fotografía Julios Jaenzon y la actriz Tora Teje, amante de Sjöstrom.
La situación inicial y el propio título de la obra impulsan una reflexión sobre los caminos y sentidos del arte y la creación. Lagerlöf contempla muda y displicente el resultado de la adaptación fílmica sobre la que considera su obra más querida. Pero pronto Enquist centra su acción en la confrontación y acercamiento de las dos mujeres, muy diferentes en su edad, planteamientos vitales y actividad artística.
El drama se dirige de esta manera hacia territorios recónditos del alma humana, ligados a la tortura interior por el pasado –el enfrentamiento con el padre, el alcoholismo…–, y de nuevo al sentimiento de culpa. Pero también, como sucede en La hora del lince, abre la puerta a la redención, en este caso a través del arte. Tras una abrumadora confesión, Selma concluye manifestando el propósito por el que dedicó su vida a la literatura: escribir sobre su padre, pero no sobre el que fue sino sobre el que quiso ser. “Yo escribiría para que todos recordaran el ser excepcional que realmente era (…) Yo me limitaría a transcribir lo que debería haber sido (…) Su luz. Su llama. Lo que debería haber sido. Resucitaría en mí.” Es la condición protectora del arte frente al dolor, como acertadamente señala de nuevo Elda García-Posada.
Nos hallamos, en suma, ante dos obras de P. O. Enquist sembradas de estímulos recónditos y poéticos, que apuntan directamente hacia los grandes temas de la existencia. Una auténtica incitación para el mundo del teatro.
Federico Martínez-Moll
Edición y traducción de Elda García-Posada
Madrid, 2018. 186 págs.
ISBN: 978-84-17189-08-2