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Novelista, dramaturgo, periodista, crítico de arte y panfletario, Octave Mirbeau (1848-1917) fue uno de los autores del fin del siglo XIX rescatados por los surrealistas, por su denuncia de la hipocresía de la retórica social. Buena muestra de ello son las dos “farsas” que integran este volumen, en las que la incomunicación humana y el preciosismo del lenguaje burgués dejan paso a la franqueza de la palabra directa.
En «Viejas parejas», un hombre y una mujer que llevan años casados se sirven de ese mutuo conocimiento íntimo para poder despellejarse mejor. Ambos se atacan con sus armas mejor afiladas: sus silencios, sus miradas, sus gestos, sus palabras… En «Escrúpulos», un ladrón de guante blanco y su mayordomo son sorprendidos por la víctima del robo, hombre de alta posición social. La tensa situación que los personajes enmascaran con elegante diálogo, se resolverá entre ellos de una manera insospechada.
Dos textos plenos de acidez y humor negro, que apuntan a los fundamentos de la cultura burguesa, y que se unen en las Publicaciones de la ADE a otra de sus grandes obras, «Los negocios son los negocios», recogida en el número 48 de esta misma colección.
Coincidiendo con el centenario de su muerte, la ADE dedica un nuevo volumen a la obra dramática de Octave Mirbeau. En esta ocasión se editan y traducen dos de sus obras en un acto Viejas parejas (1904) y Escrúpulos (1904). Ambas fueron editadas por Fasquelle bajo el título de Farces et moralités (1904) junto a otras cuatro farsas: L´Épidemie, Amants, La Portefeuille e Interview.
Estas seis obras en un acto fueron pensadas como sencillos entretenimientos entre “dos síncopes” para un público aficionado a las fuertes emociones de las obras de terror representadas en el mítico teatro de Montmartre, el Théâtre du Grand-Guignol entre 1894 y 1909. El éxito del Grand-Guiñol, que siguió en activo hasta 1962, y su repercusión internacional describen una forma de hacer teatro que se caracterizaba por la representación de cinco ó seis obras breves, normalmente de terror, que buscaban sorprender, inquietar y hasta horrorizar al espectador, mediante la escenificación de violentas escenas basadas en hechos reales.
Lydia Vázquez presenta la obra de Mirbeau como novelista, dramaturgo, periodista, crítico de arte y panfletario a una intención subversiva, que incluye el arte y la sociedad burguesa en la que creció. Otave Mirbeau nació en 1848 en Normandía y murió en París en 1917. Su expulsión del colegio jesuita de Vannes a los 15 años marcó su posterior posicionamiento intelectual, radicalmente libre. Trabajó como secretario del diputado bonapartista Dugué de la Fauconnerie y comenzó a escribir en la prensa reaccionaria hasta que fue también expulsado de Le Figaro. A partir de esa experiencia en la cuarentena, publica ya con su propio nombre. Inmerso en la vida cultural parisina, conoció y descubrió a los grandes autores de las corrientes artísticas como el Impresionismo. Suyas son las primeras críticas, artículos sobre arte o comentarios poniendo en valor la obra de autores como Gauguin, Monet, Cézanne, Renoir, Pisarro, Bonnard, Rodin o Van Gogh entre otros, y es el principal promotor de los Nabis.
Sus primeras obras, rayando el cambio de siglo, son novelas autobiográficas que suponen una visión muy crítica con la sociedad que le rodea. Se refugia en una activa vida interior que refleja en sus obras, explorando los límites de la novela. Mientras es juzgado por la crítica de su época como libertino y contrario a la moral burguesa.
Fue rescatado por los surrealistas, en especial por Luis Buñuel. El cineasta aragonés llevó al cine Journal d`une femme de chambre, Diario de una camarera de Mirbeau, que es una de las obras más representativas de la filmografía surrealista.
La comedia dramática de mayor éxito de Mirbeau, Les affaires sont les affaires, Los negocios son los negocios (1903), fue publicada en el año 2000 en esta misma colección de la ADE con el nº 48, con la edición de Jaume Melendres.
En palabras de su editora y traductora, Lydia Vázquez, Mirbeau convierte las “moralidades” medievales francesas “en piezas inmorales que subvierten el orden social y moral”. En clara diferencia a la programación habitual del Grand-Guiñol, no pretenden la violencia explícita o el terror sanguinario, sino que utiliza la sátira para la reconstrucción dramática de las relaciones humanas, convirtiéndolas en comedias negras a través del enfrentamiento entre personajes mediante el lenguaje. Los protagonistas son miembros de la alta burguesía y mantendrán en todo momento sus refinados modales aprendidos e integrados a lo largo de su vida.
En Viejas Parejas, un viejo matrimonio, formado por un hombre de 65 años y una mujer de 60, llega a un estado de convivencia en la crueldad mutua. Ambos se reúnen una noche más en el jardín a la hora de la cena. La mujer, enferma de gota e imposibilitada para valerse por sí misma, se encara contra su marido y la criada en un intento fallido de dominar su entorno desde la silla en la que vive postrada. Lo que subyace de este encuentro, y lo que resulta perturbador, es la condena que ambos sufren de tener que soportarse hasta la muerte debido a su unión en matrimonio.
En Escrúpulos, Mirbeau plantea una increíble y cómica situación donde un ladrón y el burgués que está siendo robado mantienen una cortés conversación que les llevará a comprenderse y comportarse como colegas. El personaje del ladrón, se muestra como un profesional consciente que explica a su víctima la voluntaria elección del latrocinio por considerarla la más honorable de todas las profesiones “agotando todas las profesiones y carreras honradas y respetables que la vida pública y privada puede ofrecer a un joven inteligente y delicado como yo…”. Según el ladrón todas las profesiones honorables tienen como finalidad última el robo. Lejos de enfrentarse, el ladrón y la víctima llegarán a entenderse y a comportarse como un invitado y su anfitrión, con el correspondiente cumplimiento de las refinadas normas de cortesía burguesa.
Sorprendentemente, Mirbeau es un autor desconocido durante casi todo el siglo XX. Lydia Vázquez se refiere en su prólogo al extraordinario trabajo de Pierre Michel en la presentación y edición del Théâtre complet (2003), gracias al que podemos recuperar estas “moralités”, o farsas moralizantes. Mirbeau, haciendo sátira de la sátira, las convierte en piezas “inmorales” subvirtiendo el orden social.
Afortunadamente desde 1994 la Société Octave Mirbeau edita y publica Cahiers Octave Mirbeau, donde se da a conocer la importante obra y la extraordinaria influencia de sus pensamientos y opiniones en el desarrollo de todos los movimientos artísticos del París de su época, con una visión increíblemente moderna que hoy día consideraríamos actual e incluso revolucionaria.
La traducción de los dos textos por Lydia Vázquez, nos acerca con frescura unos diálogos directos e incisivos que Mirbeau carga de sátira e ironía. Un excelente trabajo que la ADE nos ofrece en su colección Literatura Dramática, dejándonos con el deseo de conocer más profundamente la obra de Mirbeau.
Salomé Aguiar Silva
Edición y traducción de Lydia Vázquez.
Madrid, 2017. 90 págs.
ISBN: 978-84-92639-38-0