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Brian Friel (1929-2015) es uno de los dramaturgos irlandeses más relevantes de los últimos cuarenta años, de fama internacional. Sus obras, centradas en la escenificación de Irlanda y lo irlandés, adquieren un carácter universal a través de problemas que afectan a la condición humana.
En «Traducciones», Friel conjuga cuestiones de cultura y nacionalismo y aborda aspectos del ser humano tan fundamentales como la comunicación verbal y la comunicación emocional. La peripecia sentimental de los personajes se combina con el estudio de las lenguas clásicas –griega y latina–, las culturas gaélica y británica y un momento histórico de profunda transformación.
Una de las obras significativas del teatro del gran escritor irlandés, vertida por primera vez al español gracias al estudio y traducción de la doctora Mª Yolanda Fernández Suárez.
Espléndida incursión no sólo en la obra de Friel, sino en todo el contexto social, político y cultural que gira en torno al autor y su escritura, Yolanda Fernández nos lanza constantemente propuestas por las que adentrarnos a profundizar, sobre las diferentes interpretaciones que la obra de Friel y este texto en concreto ha originado, ofreciéndonos desde apuntes que muestran el cambio de perspectiva que el autor fue realizando durante los cinco años que tardo en escribirla, hasta su personal interpretación de Traducciones.
La obra está dividida en tres actos, el primero transcurre a finales de agosto de 1833, los dos restantes unos días después. La acción se desarrolla en una escuela independiente, asentada en una especie de granero o establo en desuso en el pueblo de Baile Beag, una comunidad gaélico-parlante del condado de Donegal.
Tres son los ejes que entrelazan el desarrollo dramático de la pieza, por un lado la vida de esa pequeña comunidad anclada en las raíces del pasado y reflejada desde su escuela nativa, a través de sus peculiares alumnos; Sarah una joven de aspecto desamparado que se comunica a través de gruñidos ininteligibles, Jimmy Jack, hombre de unos sesenta años que habla con fluidez latín y griego, y para quien el mundo de los dioses y los mitos es tan real como la vida misma. Maire, mujer de unos veintitantos años con gran determinación por salir de la opresión de ese entorno, algo más jóvenes Doalty, joven de gran corazón, un poco corto, y Bridget que posee la astucia instintiva de una campesina. Pasando de los treinta y señalado por una cojera tenemos a Manus, el hijo mayor del maestro, siempre a la sombra, que trabaja como ayudante sin sueldo de su padre Hugh, hombre de sesenta y pocos años al que todavía a pesar de sus andrajos y su mucho beber, manifiesta una cierta dignidad.
La cultura Clásica, la tradicional irlandesa y la irrupción de la inglesa, se dan lugar en el aula donde tan pronto se pide una traducción del latín o del griego al gaélico, se discute sobre la conveniencia de aprender el inglés como puerta de acceso al progreso y al futuro, o se anuncia la irrupción de la nueva educación gratuita y obligatoria de la Escuela Nacional impuesta por el gobierno Británico.
La llegada del triunfador Owen, hijo menor del maestro que regresa de la urbe, nos adentra en el segundo eje de desarrollo, Owen, Roland para los ingleses, es colaborador de los zapadores encargados de realizar la nueva cartografía adaptando la toponimia a la lengua inglesa, es el aliado, al parecer “sin escrúpulos”, del gobierno imperial representado en la voz del capitán Lancey, que se expresa como la parte dura y distante del poder y el teniente Yolland que ofrece la cara romántica de éste.
Es en el segundo acto, cuando el trabajo de los ingenieros reales está prácticamente acabado, a excepción de las traducciones toponímicas, debido a la admiración que va suscitando en el teniente Yolland el conocimiento de la cultura gaélica, cuando comienza el desarrollo del tercer eje, es entonces cuando tiene lugar la presentación del enamoramiento surgido entre la irlandesa Maire y el teniente inglés.
Tres son la fuentes que apunta Fernández dieron origen al texto: el interés de Friel de documentarse sobre las escuelas nativas al descubrir que un tatarabuelo había sido maestro en una escuela independiente. La proximidad de habitar cerca de donde habían instalado la primera base trigonométrica para el levantamiento de mapas en 1828, y por último la obra del filósofo George Steiner, Después de Babel: Aspectos del lenguaje y la Traducción. Apunta Fernández que Traducciones se considera una dramatización de ésta.
Sobre este último punto tenemos en el Apéndice III, los paralelismos que se recogen de la obra de Steiner en Traducciones.
Yolland.- Puede que aprenda el santo y seña pero la lengua de la tribu siempre me resultará inaccesible ¿verdad? La significación privada, el verdadero sentido siempre será… hermético ¿no es cierto?
Hugh.- Puede ocurrir que una civilización se halle presa de un entorno lingüístico que ya no se adecue al paisaje de… la realidad.
Owen.- Ponemos nombre a algo y ¡zas! ¡Cobra vida de golpe!
Fried establece desde el comienzo un interesante juego de convención en su escritura, al poner a los personajes gaélico parlantes, hablando en inglés, castellano en esta edición, y romper intencionadamente el nexo de comprensión hacia los personajes de habla inglesa, con la complicidad del lector o público que los escuchan expresarse en el mismo idioma y no entenderse; con esta propuesta consigue reforzar la imposibilidad de comunicación y comprensión entre culturas de diferente lengua y el obligado, en ocasiones intencionado, giro que la traducción lleva implícito.
Lancey.- Esta ingente tarea ha sido abordada con el objetivo de equipar al estamento militar con información rigurosa y actualizada sobre todos los rincones de esta parte del imperio.
Owen.- El trabajo lo realizan soldados porque están cualificados para esta tarea.
Lancey.- Y también para poder calcular de nuevo la base completa de la tasación del terreno con el propósito de imponer un sistema tributario más equitativo.
Owen.- Este nuevo mapa sustituirá al mapa del agente de la propiedad para que desde ahora sepáis con exactitud lo que os pertenece por ley.
Traducciones se convierte en una metáfora que nos muestra la herida de la pérdida, la cicatriz que cada conquista infringe sobre el territorio conquistado, sus gentes y cultura, más allá de defensas inmovilistas o nacionalismos, nos lanza constantemente a la pregunta de por qué no entender la traducción como acto de comunicación desde el que poder escuchar, comprender y respetar la diferencia.
Rosa Briones
Edición y traducción de Mª Yolanda Fernández Suárez.
Prólogo de Denis Rafter.
Madrid, 2016. 240 págs.
ISBN: 978–84–92639–81–6