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Adolfo Marsillach (1928-2002) creó y mantuvo al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de manera firme y apasionada, durante una década, un claro criterio estilístico con respecto al tratamiento de los clásicos en el escenario. Consolidó una forma nueva de entender la puesta en escena del teatro del Siglo de Oro español y aseguró las bases de una Compañía que lo acercó al público contemporáneo, convirtiéndolo en el elemento fundamental para refrendar una decidida y perseverante personalidad profesional.
La consecución de una compañía estable y de repertorio, la entrega constante a la formación de los actores y la utilización de personalidades de reconocido prestigio intelectual y literario para la realización de las versiones y adaptaciones de los textos, conforman el sello personalísimo y el estilo de Adolfo Marsillach como director de clásicos y de la Compañía Nacional encargada de recuperarlos, conservarlos, revisarlos y difundirlos para el espectador actual.
Mariano de Paco Serrano, Director de escena y Doctor en Literatura Española, recorre y analiza pormenorizadamente en este libro el trabajo de Marsillach durante ese período, aportando además una interesante documentación sobre su proceso de puesta en escena.
Resulta un acierto la recuperación, análisis y puesta en valor de los años fundacionales y de continuidad de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que Mariano de Paco Serrano acomete en este libro. El trabajo de Adolfo Marsillach entre 1986 y 1994, dividido en dos etapas, había sido objeto de numerosos comentarios parciales y breves en revistas, pero faltaba la rigurosa investigación, iniciada hace unos años que ahora ve la luz, en correspondencia con tan importante institución que permanece activa, pese a la caducidad de los proyectos culturales y educativos, distintivo de nuestro país.
En la elección de este tema de investigación reside el primer acierto de su autor, pero el atractivo no queda aquí, sino que se acrecienta con la lectura del ensayo y de la interesante documentación que aporta en el Anexo. Tras un breve preámbulo de presentación de Marsillach, pasa al análisis de las 10 escenificaciones con la CNTC, siguiendo el mismo esquema: Introducción; Guion argumental para la escena; Elementos de significación escénica y Ficha del espectáculo. Sin embargo, más allá de este examen de cada puesta en escena que de por sí es una exhaustiva investigación sobre cada una de ellas, la lectura trasversal del libro permite extraer importantes datos para el conocimiento y valoración del director frente a los clásicos, la propia Compañía y una aproximación a la recepción crítica.
Acerca de la fundación de la CNTC se ofrecen algunos datos administrativos y de “cocción” de la institución, muchos de ellos conocidos por tradición oral, que ahora aparecen recogidos en el libro. Junto a ellos varios de los objetivos del propio Marsillach para la Compañía: la formación del repertorio con la combinación de títulos olvidados con otros incontestables, “dándoles a conocer de modo accesible (…) sin que el espectador tenga la sensación de entrar en un museo”; la elección de actores idóneos para la escenificación y del gusto del director, que permanecían ligados a la CNTC durante algunas temporadas, conformando una compañía semi-estable; el empeño por lograr un sello propio para la Compañía en la forma de afrontar la lectura de los clásicos; la búsqueda del modo de decir el verso, siempre con una dicción clara y rítmica, y en evolución, de manera que los actores, tanto los que permanecían en el elenco como los que se incorporaban, decían el texto con naturalidad, sin afectación ni grandilocuencia, con naturalidad. Cabe citar, por último, la estrecha colaboración de Carlos Cytrynowski, con el que logró unas señas de identidad de la compañía: “amor, diversión, fiesta y provocación”, distintivos imprescindibles para captar nuevos públicos y recuperar a los que se habían alejado. Entre los objetivos malogrados, la fallida creación de la Escuela de Teatro Clásico, para la que contaba con un formidable claustro de actores en activo y reconocido prestigio; y la internalización de la Compañía, solo El burlador de Sevilla y alguna gira aislada. Dos fiascos en los que el entusiasmo del director quedó lastrado por los problemas burocráticos de la gestión de cualquier proyecto cultural en España.
Otro aspecto importante de Adolfo Marsillach: Escenificar a los clásicos reside en la posición del director frente al teatro clásico, que ya había interpretado o dirigido antes de ostentar la dirección de la CNTC. Entresaco entre la abundancia de datos el empeño por subir a escena “un clásico visto con ojos modernos” y procurar una diversión inteligente. De esta suerte de principio derivan: la elección de obras que contengan un tema contemporáneo, donde el espectador pueda reconocerse o encontrar analogías con situaciones presentes; escenificar con elementos que no causen extrañeza al público, que no parezcan rescatados de las puestas en escena decimonónicas, que son las que permanecían y todavía encuentran hoy asiento en el imaginario del lector/espectador; acostumbrar a la novedad y cierta provocación por la escenificación, más allá de la elección del título; dotar a las propuestas escénicas de un tempo ritmo vivaz, acorde con la mirada del nuevo espectador. Estas y otras cuestiones requerían una “forma nueva de hacer los textos de los autores clásicos, con el último fin de interesar y divertir”.
Mariano de Paco muestra en el libro que además de investigador riguroso es director de escena y acierta a investigar las escenificaciones de Marsillach con criterios de dirección, que serán de gran utilidad para el lector de Adolfo Marsillach: Escenificar a los clásicos, tanto para el “profesional” como para aquellos procedentes de la filología u otros campos afines. El autor se adentra en el trabajo de Marsillach antes de comenzar el proceso de ensayos y durante estos hasta llegar al día del estreno.
Se detiene en el núcleo de convicción dramática, en los por qués que conducen a escoger un determinado título: “eligió El vergonzoso en palacio porque era divertida, ingeniosa, sutil, delicada”. Avanza con el análisis de la narratividad escénica de los textos clásicos, algo imprescindible para ver cómo se pasa del texto al escenario. Comienza Mariano de Paco con una afirmación de Marsillach, punto de partida de la narratividad, el rechazo a intervenir los textos (con excepción de Antes que todo es mi dama), y continua con los detallados análisis de lo que el autor de este libro denomina el Guión argumental. Las páginas que se escriben de cada obra son un importante documento para conocer cómo los personajes se “despegan” del texto, cobran vida y cuentan historias al entrar en conflictos, requisitos para que una escenificación transmita emoción y sentido, y no sea un artefacto para extraerse de la estantería de una librería y leerse de una manera plana.
El estudio de los textos escénicos se complementa con los epígrafes, incluidos al escribir de todas las escenificaciones, detallando y desentrañando los elementos de significación; es decir, el cómo y los medios que emplea Marsillach para levantar un espectáculo con los actores. Mariano de Paco desmenuza la dirección de actores y la composición del espectáculo con los signos propios, el vestuario (colorista la mayor de las veces), la escenografía y la iluminación en su relación con la fábula, y la música que acompaña a la mayor parte de las propuestas escénicas analizadas. Se trata de diez análisis descriptivos, explicados con claridad y concisión en el libro, para conocer el teatro clásico de Marsillach, pero también un modo de acercarse al aprendizaje de la disposición escénica y el trabajo actoral, si se cotejan estos epígrafes con los DVD de estas puestas en escena.
Tres últimos apuntes antes de concluir la reseña de Adolfo Marsillach: Escenificar a los clásicos. Las características dominantes del teatro del fundador de la CNTC: “el juego como motor de la propuesta (…), el ritmo (…) la búsqueda de la contemporaneidad, junto con el respeto (no veneración), (…) la clarificación interior de la obra, la buena dicción” y la exigencia a los actores para realizar un trabajo creativo. El segundo apunte, se refiere a la recepción de la crítica: predominan más los comentarios negativos que los positivos, en los críticos más prestigiosos de la época. Es este un tema para la reflexión del estado de la crítica y su relación con el teatro español: los críticos, excepciones aparte, han sido más guardianes de las “esencias”, que escrutadores del valor de la novedad. Dejo para el final, la referencia a las fotos, los figurines y los textos inéditos de cuadernos de dirección, de los fragmentos incluidos en Antes que todo es mi dama y algunas curiosidades más. Material muy valioso.
José Gabriel López Antuñano
Madrid, 2018. 448 páginas.
ISBN 978-84-17189-15-0