
23,00€ 18,40€
Este estudio es un profundo análisis que, a través de las obras escritas y representadas en los años precedentes a la guerra civil española (1931-1936), indaga en el papel social, intelectual y político de las mujeres en este período. Una obra que demuestra cómo, una vez más, la literatura se convierte en espejo de la historia
Desde hace tiempo las publicaciones de la ADE, en colaboración con el Instituto de la Mujer, vienen realizando un copioso esfuerzo por acabar con el ya ajado mito de la invisibilidad de la mujer en la literatura dramática y el teatro, su primera incursión vino de la mano de los cuatro grandes volúmenes de Autoras en la historia del teatro español, a éste le siguieron otras dos no menos rigurosas e importantes publicaciones: Directoras en la historia del teatro español y Actrices españolas en el siglo XVIII.
Con esta última que nos ocupa hoy, La mujer en el teatro español de la II República, se va completando la otra parte del círculo, que nos da la oportunidad de asomarnos desde otro ángulo a la proyección que la obra literariodramática del periodo de estudio ofrece sobre la mujer, teniendo en cuenta, como argumenta la autora en su introducción, que el mensaje literario no es meramente comunicación lingüística sino también vehículo de una visión del mundo, con su ideología, sus expectativas y sus juicios.
Entre sus objetivos (…) mostrar como está representada la mujer del momento, cuales son los valores que sustentan su conducta, que papeles juega en el mundo que le ha tocado actuar, cómo reacciona frente al cambio, cuáles son sus expectativas y en que se acercan o se alejan de las que reinan en la sociedad a la que pertenece.
El libro aparece fragmentado en tres grandes bloques:
I.- La imagen de la mujer a través del teatro de su tiempo
Dentro de éste nos encontramos el desarrollo de roles asignados en la literatura dramática a la mujer: madre, esposa, esposa engañada, esposa infiel o amante, que a su vez se subdividen en bloques que ejemplifican las diferentes formas de comprender el rol extraído de los textos, así el de la mujer como madre incluye entre otros los títulos: Tierra en los ojos, el peligro rosa, la casada sin marido, como los propios ángeles, la Papirusa, Dueña y señora, Madreselva…, que muestran el concepto de maternidad comprendido como función primordial de la mujer, fuente de orgullo, de salvación, de alegría, de santificación, fortaleza; posteriormente pasa a reflejar tipos de madre, yendo desde la abnegada a la egoísta, -eterna sacrificada que arrastra éste con orgullo, honor-, de la sabia a la necia… para acabar con el desarrollo de las funciones: madre antes que mujer, mujer antes que madre, maternidad frustrada, etc.
La siguiente subdivisión nos sitúa en la proyección teatral de la mujer como esposa, teniendo en cuenta los aspectos de la relación que están más en contacto con la sociedad y más pueden reflejarla. Para ello nos muestra la idea que sobre el matrimonio reflejan los personajes de ambos géneros a través de textos como: Yo no quiero líos, Las llamas del convento, El pájaro pinto, La mujer de cera, Cuidado con el amor, Los Julianes, Literatura, Madre Alegría, Escuela de millonarias, Los Reyes Católicos… Los apartados que subdividen el tema del matrimonio, lo consideran como fuente o límite de la libertad personal, transitando por lugares comunes donde aparece contrapuesta la prisa de la mujer por casarse como forma de realización personal y social, o la del marido por postergarlo por miedo a la pérdida de libertad. También nos habla de matrimonio por interés y/o amor, la convivencia ideal, las expectativas que van desde la felicidad a la desdicha, el dominio del uno sobre el otro. De aquí el estudio pasa a recoger lo que para la mujer y el varón supone el matrimonio: cristalización de un sueño, supervivencia o mejora social, cumplimiento de una función tradicional, búsqueda de amor, abandono de trabajo en el caso de la mujer, estabilidad emocional, el ideal de esposa o esposo hasta mostrarnos las situaciones dramáticas en las que se genera el rechazo al matrimonio en el caso de la mujer por: frivolidad, deseo de independencia, dignidad. En el del hombre por: postergación, dignidad, egoísmo; este apartado acaba recogiendo la muy diferente consideración que la soltería tiene a nivel social según el género de quien la elija, los diferentes motivos por los que la familia condiciona el matrimonio y lo que se manifiesta como matrimonio equilibrado (esposos compañeros, lucha por el equilibrio, consecuencias de incomunicación).
Esposa engañada, es el siguiente gran apartado dentro de él aparecen fragmentos de: Las tentaciones, Esta noche o nunca, Caperucita gris, Lo que hablan las mujeres, No hay quien engañe a Antonieta, Un adulterio decente, Paca faroles, La diosa ríe, Las desencantadas… que ofrecen las razones de la infidelidad masculina y las reacciones de la mujer -silencio, resignación, provecho, ruptura, venganza o perdón-, y de los demás frente a la infidelidad.
Como contrapartida la siguiente subdivisión recoge los modelos que sobre la esposa infiel se plasman entre otros en: Un momento, Engáñala Constante, Adán, o el drama empieza mañana, ¡Toma del Frasco!, Batalla de rufianes, La moral del divorcio, Todo Madrid lo sabía… ofreciendo dentro de las razones para la infidelidad femenina, el denominado síndrome de la heroína romántica que se mueve en el terreno de la ficción para luchar por defender su honor y el de su marido. El ascenso social o económico, la venganza, la consideración del adulterio femenino como una enfermedad, o como el producto de una abnegación, al llevarlo a cabo para salvar una situación. Las reacciones de la mujer adúltera: remordimiento o falta de éste y las reacciones del marido y la sociedad.
La amante como institución, las principales causas que reflejan los personajes de los textos citados, se cifran en la necesidad material y el abandono. En las diversas formas de desarrollar la función, donde se advierte que no cualquiera puede triunfar, como certifica este personaje de Los hijos de la noche:
GITANA.- (…) Para ser de la vida te falta ser hermosa y con talento. No te tires al arroyo que pronto te veras tan manchada de barro que nadie sabría ni podría cogerte porque nadie te verá al pasar.
También encontramos comentarios sobre el aspecto sentimental que envuelve a las diferentes protagonistas, convirtiéndolas en protectoras en los momentos más difíciles en muchos de los casos, ya sean cortesanas o amantes.
Sin dejar de lado la parte de interés. Caramba con la marquesa:
NATI.- ¡Sin aspavientos! Usté me ha contratado a mí en 2000 pesetas mensuales, y al despedirme es justo que se me abone la indemnización a que la ley da derecho. ¡No voy a ser menos que una mecanógrafa!
Es difícil llegar a finales felices, aunque los hay, estos personajes acaban siendo abandonados por el hombre, protegido por la complicidad de una sociedad que acepta la infidelidad masculina, a pesar de los pequeños triunfos efímeros que logran, como apunta este personaje de Caperucita gris
PILAR.- que nos imiten ellas y se decidan a parecer amantes. Que no tengan al marido como un mueble más, ni piensen que el amor puede reglamentarse como la limpieza de los sábados o la paella de los jueves.
II.- La mujer en su tiempo
La mujer moderna, comienza estableciendo los contrapuntos literarios que se ofrecen entre ésta y la tradicional, estando estas últimas sometidas a una preparación exclusivamente doméstica, a considerar la educación como un adorno, a callar ante el tema sexual y potenciar una vulnerabilidad que les hace deudoras de una protección masculina, o de una mujer de más edad. La moderna muestra una rebeldía contra lo establecido, que se manifiesta en una mayor liberalización respecto al tema sexual, una defensa de la educación que le permite mayor independencia y dignidad. La aceptación o rechazo de la nueva imagen aparece presente en gran número de textos, donde los personajes femeninos se adentran en la búsqueda de la propia certidumbre.
La mujer y el trabajo, en esta parte, los grupos se ordenan desde el ámbito rural al urbano y desde el servicio doméstico a las profesiones liberales. El servicio doméstico constituye la ocupación más tradicional, se convierte en la posibilidad que tiene la mujer de campo o de las clases más bajas de escapar de la miseria o de un entorno que la abruma, a esto también se suman circunstancias como el haber sido abandonadas con un hijo al que deben mantener. Un tópico frecuente es el de la criada que cae en las redes de un falso enamorado, o el de la criada perseguida por el asedio amoroso de algún hombre de la casa, aunque no siempre el personaje de criada es una víctima inocente, algunas son pícaras doncellas que persiguen a los hombres de la casa, y llegan a provocar divorcios. Las damas de compañía suelen con frecuencia jugar el papel de celestinas.
Porteras, manicuras, costureras y modelos son otros de los oficios que se reflejan en los textos, menor presencia tienen el de obreras de fábrica, a pesar de ser una realidad creciente que se va incorporando al momento social, dentro de éstas tenemos la figura de la cigarrera, que constituyen el tipo más popular, de la tradición literaria, consideradas como “la elite del proletariado español” según Rosa María Capel.
Dentro de las actividades comerciales, los sectores más reflejados son los relacionados con el vestido, el calzado, el tocador y la alimentación. Según el estudio, el teatro, que en líneas generales aplaude el ingreso de la mujer en el mundo del trabajo, no refleja la desigualdad que en este ámbito se da con respecto al hombre.
Maestra, catedrática, doctora, abogada, farmacéutica, periodista son otras de las profesiones que se atribuyen a otros personajes femeninos.
La mujer y la política. Este apartado se inicia con una serie artículos que reflejan la opinión que sobre el voto femenino y la incorporación de la mujer a la vida política se tienen en este periodo histórico, firmas como las de Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken, Wenceslao Fernández Flores, muestran sus voces a favor y en contra de ambas cuestiones. Junto a éstas las de los autores que a través de obras como: Tabaco y cerillas, ¿Quién soy yo?, El ama, La novia de nieve, Mi distinguida familia, Apóstoles, Santa Rusia, Doña María de Castilla o Cuando las cortes de Cádiz, Pícara Vida, María “la Famosa”, Las tres Marías, La cartera de Marina… reflejan la intervención femenina en la política, la relación de la mujer y el sindicalismo, o la figura de la mujer como gobernante.
Le toca el turno a La mujer y el divorcio. El divorcio, uno de los temas más controvertidos de la época que el teatro aborda, donde los autores presentan la realidad sin tomar partido, se presenta como tema principal en muy pocos casos, lo más normal es que se presente en una rápida alusión o un breve chiste. El adulterio, la incompatibilidad de caracteres, la moda, posturas a favor y en contra, acaba con la presentación del tema en tres obras que muestran a mujeres en trance de divorciarse, La moral del divorcio, La merecía de la Dalia Roja y Cuidado con el amor, y otras dos donde ya lo están La plasmatoria y El río dormido.
Entramos en el último apartado El feminismo, señalándonos como en ese momento, para buena parte de la opinión pública, feminismo y feminidad aparecen opuestos. Al parecer la polémica hace correr mucha tinta en los periódicos de la época, pero proporciona poco material para la escena. Para los personajes de los textos dramáticos, las actividades relacionadas con la lucha feminista son recibidas, la mayor parte de las veces, con indiferencia, recelo o despectiva tolerancia. Sin embargo una vez conseguidos los derechos, estos logran pronta adhesión. No aparecen obras que consideren positiva la actuación femenina en el campo de la lucha feminista, el feminismo es, por lo general, resistido.
III.- La mujer como autora teatral
Este capítulo, el más breve de todos, introduce una variante consistente en como la autora ve a la propia mujer y su visión del mundo a través de sus textos, analizando como convergen o se separan de sus colegas los autores. Para ello transitará por la historia del teatro español, el problema de la elección de género, el tratamiento de los temas y la plasmación de los personajes.
En su inicio aparece una interrogante: ¿Por qué la mujer parece preferir otros géneros al dramático? Las justificaciones que se argumentan están ligadas a cuestiones como la falta de modelos femeninos, la tendencia de la mujer a lo tradicional y estable, la especificidad del discurso femenino, y el desconocimiento y dificultad de una técnica teatral en cuanto a producción, distribución y consumo. Seguidamente nos encontramos un catálogo de autoras del periodo que deambulan desde el teatro comercial hasta el político, entre ellas: Halma Angélico, Sofía Blasco, Magda Donato, María de la O Lejárraga, Pilar Millán Astral…; entre las autoras de otros países estrenadas en la época en España con versiones o adaptaciones de su obra, eso si todas realizadas por varones, nombran a Germana Acremant, Lili Hatvamy, Florence Barclay y Viki Baum.
Posteriormente de forma sucinta transitamos por un total de 14 piezas, que apoyadas por un breve esquema argumental, nos dibujan los personajes femeninos creados por algunas de las autoras de la época. La esfera femenina creada por éstas no difiere en gran medida de la de sus colegas masculinos.
En las conclusiones aparecen las características que conforman el perfil femenino en el periodo estudiado:
– Se sigue prefiriendo y exaltando la imagen de la madre tradicional.
– El matrimonio, como la maternidad, es una aspiración básica de la mujer que afianza su débil posición social
– El trabajo puede traer problemas dentro del matrimonio, pero nunca antes. Se admira a la mujer que a través de él consigue su independencia.
– La esposa, sobre todo joven, rechaza el silencio y la pasividad como respuesta al adulterio masculino
– La muchacha moderna al igual que la tradicional presenta rasgos positivos y negativos, los primeros pesan más ya que suelen ir emparentados a la educación que proporciona uno de los mayores logros para la mujer.
– El trabajo y la educación son los grandes motores de la trasformación de la figura femenina.
– La irrupción de la mujer en el mundo del trabajo da pie a diversas comedias sobre los cambios de papeles (hombre que se repliega a la cómoda posición de persona inútil que debe ser mantenido)
– La igualdad, los derechos políticos son recibidos con entusiasmo y responsabilidad por los personajes femeninos
– La promulgación de la ley del divorcio se refleja en el teatro con profusión de chistes, al igual que el acceso al mundo político o la militancia en el feminismo.
– El trato discriminatorio que surge de la doble moral sexual se denuncia con fuerza.
Como bien señala su autora, salvando las diferencias entre realidad y ficción, tomando las debidas precauciones, este libro se convierte en un documento para seguir reflexionando sobre la imagen de la mujer y su reflejo social, además de un buen aliado para adentrarse y profundizar en la apasionante búsqueda de una identidad.
Rosa Briones
Madrid, 2008; 623 pgs.
ISBN: 978-84-95576-84-2