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De 1987 a 1990, los jurados de las sucesivas convocatorias del Premio Lope de Vega dejaron desierto el galardón y tan sólo en algunos casos optaron por conceder un accésit. Así ocurrió en la edición de 1987, en la que el argentino Roberto de Souza recibió esta distinción por La papisa Juana, una valiente propuesta escénica que se adentra en el territorio de la leyenda con el personaje que da título a su obra, y lo explora a partir de una interesante dialéctica entre el presente, el pasado y la ficción.
El mismo honor del jurado mereció un año más tarde Carmencita revisited, de Santiago Martín Bermúdez, cuya trayectoria se consolidó con este reconocimiento para, en años posteriores, hacerle acreedor de muchos otros galardones. Su obra plantea una peculiar visión, en clave de alta comedia, sobre cómo los españoles hemos solucionado -o no- las fracturas sociales y personales que conocimos en el tardofranquismo.
Cierra este volumen Trueno de su sepultura, el drama de Francisco Prada que, tras una sequía de dos años, ganó el Premio Lope de Vega en su edición de 1991. En él, el dramaturgo se decanta por el realismo y construye un relato muy bien documentado y brillantemente dialogado que nos acerca a la persona de Martín Merino, el cura que fue condenado a muerte y ejecutado en 1852 por atentar contra la vida de la reina Isabel II. Deja Prada que se explique el autor de aquellos hechos, y compone con él un personaje de carne, sangre y pensamiento libre que seduce incluso a sus carceleros.
El volumen número 21 de la colección editorial que la ADE viene dedicando desde hace once años a la publicación de los Premios Lope de Vega reúne tres obras que recibieron diferentes galardones —accésits las dos primeras, en 1987 y 1988, respectivamente; el premio, la tercera, en 1991— en una etapa “bastante desoladora” de la historia del concurso, como acertadamente la califica Blanca Baltés en su prólogo.
Son años que se prolongan desde 1982 hasta 1991 y que se hallan jalonados de premios desiertos, negativas a poner en escena los pocos títulos premiados, acerbas críticas por parte de profesionales del sector y, para que no faltara de nada, una ridícula torpeza cometida por el Ayuntamiento socialista al trata de modificar las normas de la composición del jurado en 1986.
Por descontado, nada de esto afecta al interés o calidad de los tres textos recogidos en este volumen, pero es difícil sustraerse a la tentación de aventurar que muchos de los escritores optaban por la decisión de presentarse al concurso lo hacían desde la íntima convicción de que sus piezas difícilmente podrían ver la luz de las tablas como consecuencia directa de ser premiadas en él, pues la cláusula que obligaba a su estreno había desaparecido de las bases del Premio coincidiendo prácticamente con el arranque de esta “desoladora” etapa y los responsables del Teatro Español no mostraban ningún entusiasmo en hacerlo voluntariamente.
Ello quizá explique que los tres títulos que lo componen, francamente diferentes desde el punto de vista estilístico y dramático, parezcan extraordinariamente “abiertos” y transmitan la impresión de estar pidiendo a gritos, seguramente de manera muy voluntaria, una posterior labor de adaptación y dramaturgia que, de producirse, no lo sería al calor de la obtención del Premio. Esto resulta particularmente claro en los casos de los textos de Martín Bermúdez —quien lo explicita de manera meridiana en un interesante y revelador prólogo a la primera edición de su obra que se encuentra incluido en este volumen— y de Prada —que añade un recurso dramático y escenográfico a su pieza (dos pájaros autómatas) solo después de haber conseguido el Premio, y que la modifica sustancialmente—. Por cierto, no deja de ser un cruel sarcasmo que, según cuenta Martín Bermúdez en su prólogo, uno de los motivos por los que su obra consiguió un accésit y no el Premio fue que, por su duración, parecía “poco representable”. Resulta enternecedor que el jurado fuera tan sensible a este aspecto cuando, de haber resultado premiada, nada hubiera obligado al Teatro Español a asumir tal empresa…
Los tres textos, según se ha apuntado, son muy diferentes, pero no dejan de tener algún curioso punto en común, como es el hecho de partir de una “materia prima” histórica —dos lejanas: la leyenda (o no) de la Papisa Juana y el frustrado regicidio que el cura Merino quiso cometer contra Isabel II, en las piezas de De Souza y Prada, respectivamente; y una muy cercana: la transición política española, en la de Martín Bermúdez— o el planteamiento de diversos niveles espaciales, temporales y de punto de vista en los textos de los dos primeros autores citados. Este planteamiento es mucho más rico, complejo y estructurado en el caso de La Papisa Juana, si bien ambos adolecen, de manera quizá inevitable, de la necesidad de revestir con un tratamiento teatral un tanto forzado la narración de los hechos históricos y documentales que son utilizados como “materia prima”, a fin de informar de ellos al espectador y hacerlos así inteligibles.
De manera quizá paradójica, el texto menos aparentemente complejo desde el punto de vista formal —el de Martín Bermúdez— termina siendo el más denso y sutil de los tres en cuanto a los posibles niveles de lectura. La idea de aplicar un tratamiento de “alta comedia” a la reflexión sobre lo que fue de la generación de la transición política española una docena de años después de aquel hecho histórico trasciende la estricta sátira política y da lugar a un juego de personajes, tipos y caracteres muy específicamente teatral que se halla implícito en el interior del propio texto, en lugar de manifestarse mediante desdoblamientos formales o recursos escenográficos. Además, el autor muestra un claro conocimiento y dominio del género, hasta el punto de que, en ocasiones, el texto parece responder a un irónico ejercicio de virtuosismo.
En suma, tres textos muy diferentes, aunque con algunos rasgos comunes, que parecen escritos desde la convicción de que difícilmente accederían a los escenarios, pero respondiendo a planteamientos que solo alcanzarían pleno sentido si resultaran llevados a un escenario. En otras palabras: al lector le podrán gustar más o menos, pero su teatralidad está fuera de duda.
Alberto Fernández Torres
Edición de Blanca Baltés.
Madrid, 2015. 348 págs.
ISBN. 978-84-92639-65-6
Con el patrocinio del Ayuntamiento de Madrid. Área de Gobierno de las Artes, Deportes y Turismo.