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La presente edición de los premios «Lope de Vega», a cargo de José Gabriel López Antuñano, además de los textos galardonados aporta abundantes datos acerca de la recepción del público y la crítica, así como la presencia y relación de los profesionales del mundo de la escena con títulos premiados.
En el año 2004, la Asociación de Directores de Escena de España, conjuntamente con el área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, pone en marcha una nueva colección en el marco de las actividades de las publicaciones de la ADE. Se trata de los “Premios Lope de Vega”, una nueva colección cuyo mérito reside en la recuperación de un legado dramático a veces desconocido por el gran público o de difícil acceso para los lectores, especialmente en el caso de obras como las que ocupan esta reseña. Así, en el volumen tercero hallamos las obras ganadoras de las ediciones de 1952 y 1953, Murió hace quince años de José Antonio Giménez Arnau y El hogar invadido de Julio Trenas, así como Elena Ossorio de Luis Escobar, finalista en la edición de 1953, introducidas por José Gabriel López Antuñano.
Si a veces resulta difícil realizar ediciones de piezas dramáticas de un pasado más o menos inmediato -ya que el lector las juzga desde una perspectiva actual o desde sus propios gustos literarios- todavía resulta más complejo situar al lector en un entramado cultural y político como el de los años cincuenta y que esta ubicación responda a la ubicación de un texto teatral en el entramado escénico de manera que el lector pueda trasladarse a esa época y sea consciente de que la vida real de una pieza teatral sólo puede entenderse sobre un escenario.
Todos estos aspectos son conseguidos plenamente por López Antuñano quien, en las páginas introductorias, disecciona el momento histórico y político de cada unas de las piezas casi desde los propios argumentos. Las personalidades de los escritores desde su significado cultural, el papel del teatro en la consolidación ideológica, la censura como factor determinante en la producción artística, el papel de la crítica y del público en el éxito o fracaso de un estreno teatral, el resumen de la cartelera teatral madrileña como muestra del gran momento de producción de espectáculos considerados como reflejo de los gustos o tendencias -quizá imposiciones institucionales- del público, esbozos de los acontecimientos que rodearon a los estrenos de las piezas… Cada uno de estos elementos son planteados por el responsable de la edición para que el lector contemporáneo, especialmente el más joven, disponga de elementos para comprender los textos, sus contenidos y sus circunstancias de composición. En definitiva, recupera una sección del patrimonio dramático español aunque a veces echemos de menos una mayor incidencia del aspecto inmaterial del teatro, nos referimos a la posibilidad de recoger elementos de reconstrucción de las puestas en escena, asignatura pendiente desde nuestro punto de vista en la mayoría de las colecciones teatrales del panorama nacional.
Las obras reunidas en el volumen responden a tres géneros dramatúrgicos diferentes y a tres autores cuya trayectoria está ligada, de una manera u otra a la práctica teatral, bien en su faceta periodística, bien en su faceta de dirección escénica. Nos permitiremos la licencia de comentarlas en sentido inverso a su presentación en el volumen.
El texto de Luis Escobar toma su argumento de la relación amorosa real entre Lope de Vega y la actriz Elena Ossorio, concentrándola en dos momentos, el de su inicio y su final. Estrenada en Inglaterra en 1955 y en Madrid tres años más tarde, la obra es una versión o re-creación de la relación entre dos personajes históricos en un esquema que será repetido, entre otros autores, por Antonio Gala en su obra Anillos para una dama (protagonizada también por la actriz María Asquerino). Escobar va a construir un texto ligero en cuanto a la facilidad de ser oído por el espectador y que responde a un esquema de triángulos sentimentales que interfieren en la relación de los dos protagonistas. Escobar va a trazar un camino que conduce a la soledad de ambos personajes, especialmente del femenino al que el autor confiere un halo de quasi heroína trágica. Un camino que no va a desarrollar completamente ya lo que vemos sobre la escena es consecuencia de excesivas acciones fuera de la misma pero que dan como resultado un texto que rompe la expectativas iniciales del público: ver una comedia de enredo del Siglo de Oro.
El hogar invadido de Julio Trenas, estrenada en 1955 podría situarse en una remodelación de los esquemas del drama social con aspectos del teatro realista en cuanto a tratamiento de personajes. La obra de Trenas es intemporal y desubicada geográficamente ya que el argumento plantea cómo un acontecimiento anterior, en este caso una ocupación militar y sus consecuencias, incide en la existencia de los personajes de la obra. Así, el maestro Frantz, su esposa Margha, Hans, el hijo habido con un militar invasor, la también maestra Halda y el oportunista Antón cuestionarán de manera pasional sus existencias y sus valores familiares, de crecimiento personal, generacionales, de incidencia intelectual y moral. Un argumento, pues, cercano al espectador que fue llevado a la pequeña pantalla en 1969, protagonizado por Paco Racionero, Javier Loyola, Elena Espejo y Manuel Galiana en sus papeles principales y emitido el 29 de abril de ese año dentro del espacio “Estudio 1”, programa de enorme importancia para el acercamiento del teatro al público español y, por consiguiente, de creación de una potencial asistencia a los espectáculos teatrales.
Quizá sea Murió hace quince años de Giménez Arnau la obra de más difícil lectura en la actualidad. Enmarcada en un teatro de potenciación de la ideología franquista, la obra nos cuenta la historia de Diego, un niño de Moscú, adiestrado por los comunistas y que es enviado por el Partido a asesinar a su padre, miembro destacado del gobierno en el poder. El debate interno del joven entre sus sentimientos familiares, el poder de la sangre, y las obligaciones con el partido se traducen en un esquema maniqueo resuelto siempre a favor de los vencedores que finaliza con la muerte del protagonista políticamente incorrecto. Esta obra, como otras muchas piezas teatrales, fue llevada al cine en 1954 producida por Aspa Films España, dirigida por Rafael Gil, con guión de Vicente Escrivá y protagonizada por Rafael Ribelles y Francisco Rabal en los personajes del padre y el hijo, que en la representación teatral estaban encarnados por José María Seoane y Adolfo Marsillach. Pensamos que la mejor valoración del texto de Giménez Arnau se resume en el programa de mano de la programación de la Filmoteca Nacional de 2003 donde leemos “un discurso político de expresa militancia anticomunista en la estela del cine americano propio de la caza de brujas”.
No quisiéramos acabar estas líneas sin comentar que la lectura de la introducción y la posterior edición de las obras llevan implícita para algún lector -y nos referimos a nosotros mismos- la reflexión acerca de una serie de temas que hemos ido apuntando a lo largo de esta reseña y que personalmente consideramos importantes independientemente de los condicionantes ideológicos del momento y es la constatación de la pérdida de importancia social del teatro, de su papel cultural, del cambio sustancial de la crítica teatral y los críticos teatrales como conformadores de opinión pero sobre todo de reflexión objetiva sobre el teatro que se ve sobre los escenarios, del papel de los medios de comunicación de masas en la conformación de nuevos receptores del teatro, televisivo o no. En definitiva preguntarnos porqué el teatro no parece entrar, a pesar del aumento de compañías y empresas teatrales, en los proyectos de modernidad institucionales y sociales.
Patricia Trapero Llobera
Edición de José Gabriel López Antuñano.
Madrid, 2005; 332 pgs.
ISBN (10): 84-95576-45-7
ISBN (13): 978-84-95576-45-3